Por qué hay lugares del mundo que no están en los mapas
En 1504 un cartógrafo anónimo, posiblemente italiano, hizo un grabado meticuloso del mundo en dos mitades unidas de un huevo de avestruz.
Este antiguo globo incluía recientes descubrimientos de lejanas tierras como Japón, Brasil y la península arábica. Pero había puntos en blanco, y otros en los que se leía: “Aquí hay dragones”.
Hoy es posible afirmar que no existen territorios desconocidos habitados por dragones.
Aun así, no es del todo cierto decir que el planeta en su totalidad está representado.
Aunque parece haber un mapa para cada lugar, eso no significa que estas representaciones sean completas, precisas o fiables.
Para empezar, todos los mapas son parciales de acuerdo con el punto de vista, subjetivo, de su creador.
“Siempre queremos ponernos a nosotros en el mapa”, afirma Jerry Brotton, profesor de estudios renacentistas de la Universidad Queen Mary de Londres y autor del libro “Una historia del Mundo en 12 mapas”.
“Los mapas plantean tanto preguntas geográficas como existenciales”, añade Brotton.
“Nos queremos ver en el mapa pero a la vez lo observamos desde arriba, como si fuésemos dioses”.
Pero los mapas pueden también sobrestimar la valía de sus creadores, o representar algunos lugares mejor que otros.
El tamaño real de África, por ejemplo, ha sido tradicionalmente subestimado a lo largo de la historia de la cartografía, e incluso ahora, aquellos que no son africanos tienden a pensar que aquél enorme continente es más pequeño de lo que en realidad es.
Las motivaciones políticas, económicas y religiosas también juegan un papel importante en la objetividad de un mapa.
Los mapas de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, eran increíblemente propagandísticos, “enseñaban horribles osos rojos”, asegura Brotton. “Los mapas se distorsionaban para enviar un mensaje político”.
“Un mapa”, afirma este experto, “siempre tendrá una agenda, un argumento, una propuesta de cómo se ve el mundo desde determinada perspectiva”.
Incluso los mapas digitales actuales se adhieren a esta máxima, añade el experto.
Google y otros creadores de mapas convirtieron al mundo en “un enorme navegador de internet”, guiados por intereses comerciales, explica Brotton.
Pero Manik Gupta, director del producto Google Maps, argumenta que los objetivos principales de su compañía son organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil para todos.
“Nuestro trabajo es asegurar que esta información sea rigurosa y útil. Los usuarios decidirán qué hacer con ella”, dice Gupta.
Aun así, incluso los mapas digitales se inclinan hacia lo que los usuarios consideran más importante.
Aquellas áreas que la mayoría califica como menos importantes, como los barrios pobres de grandes ciudades del Tercer Mundo, siguen sin estar adecuadamente representadas.
Esto implica que algunos mapas de regiones remotas pueden contener errores que pasen inadvertidos durante años.
Google tiene dos maneras de hacer frente a este problema: enviando a cartógrafos con cámaras de Street View a estos lugares desconocidos y con el lanzamiento de Map Maker, una herramienta creada en 2008 que permite que cualquiera mejore los mapas de Google Maps.
“Si es importante, entonces es muy probable que los mismos usuarios lo pongan en el mapa”, dice Gupta.
Lugares negados
Pero mientras muchas comunidades se han puesto literalmente en el mapa, otras no lo han conseguido.
“Hay lugares que algunos gobiernos no desean que aparezcan como parte de su paisaje”, dice Alexander Kent, profesor de Geografía de la Universidad de Christ Church en Canterbury, Reino Unido.
“Lejos de ser alguien objetivo que refleje simplemente lo que hay en el terreno, la persona encargada del mapa tiene el poder de determinar lo que va en él o no”.
En reconocimiento a este problema, una nueva iniciativa denominada Proyecto de los Mapas Perdidos recluta a voluntarios para rellenar los huecos en los mapas del mundo en desarrollo.
Aunque todavía es pronto para saber si funciona o no, el proyecto ya ha sido lanzado en Londres y Yakarta para intentar atraer la atención de voluntarios de todo el mundo.
Una tarea que no acaba nunca
Pero incluso los mapas más detallados no son inmunes a un problema común: la increíble velocidad de cambio, tanto humano como natural, que caracteriza a la vida en nuestro planeta.
Algunas ciudades de Asia y África, asegura Gupta, están llevando a cabo tal nivel de construcción que Google Maps no ha sido capaz de mantener el ritmo de actualización.
Al mismo tiempo los paisajes naturales están en una situación de constante cambio, ahora más que nunca.
Las islas están siendo devoradas por el mar, grandes superficies de hielo están desapareciendo, las costas se están erosionando y los bosques están siendo deforestados.
“En el momento en el que terminas de construir el mapa del mundo perfecto ya se quedó anticuado”, afirma Gupta.
En este sentido, el mundo entero está entonces sin representar, y siempre permanecerá así.
Una vista de pájaro de una ciudad te dice que está ahí, pero no cómo navegar sus esquinas.
Un mapa impreso es una reliquia desde el momento en el que sale de la imprenta, ya que es incapaz de tener en cuenta los terremotos, las nuevas carreteras o los cambios en las fronteras.
Y Google Maps puede darte instrucciones de cómo ir en bicicleta desde Londres hasta Brighton, pero no te de detalles de cómo atravesar una favela en Brasil o las dunas del desierto de Gobi.
Incluso nuestro mejor mapa dejará huecos por rellenar: la búsqueda por registrar todos los rincones de nuestro planeta es algo que nunca conseguiremos resolver.
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