La medialuna
Cada mañana las medialunas acompañan el mate o el café de millones de argentinos. De tanto que las vemos sobre las bandejas de las panaderías, ni nos llaman la atención. Pero la medialuna tiene una historia apasionante que contar.
Para ello hay que remontarse al año 1683, año en que el ejército otomano llegó a las puertas de Viena y sitió la ciudad. Una noche, los panaderos vieneses escucharon el ruido que producían los zapadores turcos y dieron la alarma, lo que permitió a los defensores rechazar el asalto.
Luego de la derrota de los sitiadores, el rey Jan Sobieski III distinguió a los panaderos con el derecho a producir un bollo con forma de medialuna, símbolo del Islam, a fin de dar testimonio de la victoria. Así fue como nació la medialuna, gracias a la alerta emitida por un grupo de panaderos vieneses.
Pero fue la reina María Antonieta que, al desposarse con Luis XVI, introdujo las medialunas de su Austria natal, en la corte de Francia. Y de allí saltó a la fama en buena parte de Occidente.
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