La Churrería y Le Churro, en Nueva York, Churrísimo, en Toronto, y San Churro, en Melbourne, son algunos de los locales que se abrieron hace poco tiempo en las principales ciudades del mundo. 


Sorprendentemente, esta masa frita rociada con azúcar que en las regiones conquistadas por los españoles disfrutamos desde la colonia, era muy poco conocida en los países de habla inglesa. Por eso, cuando el año pasado asomó el churro como tendencia, los medios tuvieron que explicar de qué se trataba este dulce: "son húmedos en su interior, aunque secos al tacto. Solos, no son muy dulces. Se supone que debés sumergirlos en la taza de chocolate caliente que los acompaña", intentaba graficar el New York Times a sus lectores.

"Los churros son las súper modelos del mundo de las donas: largos y flacos"
, resumía la nota del diario estadounidense. El progresivo interés por los churros terminó con las deformaciones del gusto original casi previsibles en un mercado que busca siempre la innovación. A los tradicionales churros simples o rellenos de dulce de leche o chocolate, se sumaron los rellenos con frutas, crema bávara, e incluso salmón ahumado y queso crema.

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