Los errores comunes que odiamos de los restaurantes

La gastronomía en Buenos Aires creció a pasos agigantados en los últimos tiempos, lo que hizo que cada vez haya más restaurantes para elegir a la hora de comer afuera. Sin embargo, la calidad no siempre se corresponde con el precio, ni mucho menos con lo que cada lugar "promete".


Por Nieves Otero
Periodista

A continuación, algunos de los errores más comunes que me tocó vivir en restaurantes en los últimos tiempos y espero que vos cuentes qué cosas te pasaron.

Mozos amables en exceso: entendemos que tienen que ser atentos, pero a veces se pasan en atención y se olvidan de cosas esenciales como qué ingredientes tiene cada plato. Entonces, ¿de qué sirve que en otros detalles, mucho menos importantes, intenten parecerse a un  restaurante con tres estrellas Michelín?

Mozos que no conocen la carta: responder a la pregunta de qué tiene cada plato puede ser para ellos una misión imposible. No importa cuán complejos sean los platos ni cuántos haya en la carta, su respuesta siempre comienza con "creo que ese plato tiene...".

Nombres raros, para las comidas de siempre: si es milanesa con ensalada, se llama milanesa con ensalada, no carne con escamas de pan sobre verdes. Muchos negocios modernos, en lugar de resaltar sus platos por su calidad, lo hacen por sus nombres.

Platos a destiempo: es uno de los errores más comunes y los que más molestan. Las entradas,  son entradas, deben llegar antes que los platos principales, pero en muchos lugares no se fijan en esos detalles y te traen el principal, cuando aún estás terminando la entrada. Conclusión, o no terminás la entrada o comés el principal frío. También ocurre que en mesas con muchos comensales, a veces pasan varios minutos desde que le traen el plato a la primera persona hasta que le llega a la última y todos terminan comiendo por separado.

Malabaristas levantan la mesa: entiendo que los mozos que retiran la mesa o traen los platos no quieran hacer varios viajes, pero me pone muy nerviosa cuando encima de la gente, se ponen a levantar platos, más vasos, más servilletas, más restos de pan, etcétera ectétera... no puedo dejar de imaginarme que en cualquier momento, toda esa pila de cosas se puede caer encima de alguien.

Mucho calor en verano: la idea principal cuando uno va a comer afuera es pasarla bien. Cosa imposible cuando se pasa frío o calor en un lugar. Tal vez porque no se dan cuenta, o tal vez para ahorrar, cada vez son más los lugares que tienen el aire acondicionado de adorno y no lo prenden por más que haga 30 grados. 

Platos fantasma: figuran en la carta, pero nunca están disponibles. Que tal ingrediente no quedó, que ésta época del año no se hace y demás excusas, entendibles, pero ¿qué cuesta poner una aclaración en la carta que diga "consultar"?

La cuenta: parece mentira pero, ¿cuántas veces se equivocan al hacer la cuenta? Cobran cosas que no consumimos o ponen precios diferentes a la carta. ¿Casualidad, equivocación o intencionalidad?

A pesar de todas estas cosas, no me dejo amedrentar, sigo insistiendo y sigo buscando lugares para comer bien, que más allá  de las cosas antes mencionadas, los hay y muy buenos.

Comentarios

Entradas populares

Red Amigos del ndo Virtual