Los riesgos de no correr riesgos
Joyce Meyers dice que hay dos tipos de personas en el mundo las que esperan porque algo suceda y las hacen que suceda. Y esto es cierto, pero casi todos estamos en ambos grupos: en algunas áreas de nuestra vida esperamos en otras actuamos.
Hay algunas personas que tienden más a uno de los grupos que al otro. El tender a esperar que algo suceda, en lugar de ir y alcanzarlo, tiene muchos riesgos. Es como dejar el barco a la deriva a que el mar lo lleve a algún lugar y esperar que lo lleve al lugar indicado.
Cuando somos medidos con los riesgos y excesivamente cautelosos a la
hora de tomar decisiones, los frutos que obtengamos van a ser tibios.
Obviamente, relacionamos “el riesgo” con las consecuencias que podríamos llegar a pagar si tomamos una u otra decisión, y si bien esta definición no es del todo equivocada, también deberíamos considerar las consecuencias que ya podemos estar pagando por la falta de acción.
Y a veces el problema no son los riesgos que no tomamos, sino las oportunidades que estamos perdiendo. A veces es necesario empezar a verlo de esa forma para poder cambiar.
Las personas que toman la decisión de alcanzar algo, se imponen un objetivo y buscan la forma de alcanzarlo. Cuando uno quiere algo, empieza por pensar en ese algo y por mirar al su alrededor, por ejemplo: si el objetivo es comprar un auto, uno empieza a fijarse en los autos que la gente conduce.
Lo mismo sucede cuando tenemos metas o buscamos alcanzar algo. De pronto empezamos a observar y a identificar las oportunidades. Pero si no buscamos las oportunidades, tal vez nos pasen inadvertidas. Por esto es importante no sentarse a esperar, sino actuar.
A veces esperamos en lugar de actuar, porque no tenemos confianza en nosotros mismos. Y eso no creer en las propias fuerzas es peligroso, porque puede llevar a la inactividad.
Es importante que cada día podamos intentar cosas nuevas, para –por ejemplo- no perder el dinero que podríamos haber ganado, o la originalidad en hacer algo antes que otros, para no perder la oportunidad de ayudar a los demás, o de enamorarnos. Incluso no perder la enorme posibilidad de equivocarnos y aprender de la experiencia.
Es importantísimo cometer errores y aprender de ellos. Esta es una parte fundamental en el camino al éxito de cualquier persona. Y generalmente se aprende mucho más de los errores que de los aciertos.
Ante la duda, suele ser mejor arrepentirse de haberlo hecho, que de no haber hecho nada. Porque de la misma manera que algunas de nuestras decisiones pueden modificarnos la vida, la falta de decisión en algunos momentos puede cambiarla también.
Un estudio realizado con personas que estaban a punto de morir, reveló que precisamente, si pudieran volver a vivir, harían muchas más cosas de las que hicieron, probarían mucho más, y tomarían más riesgos a la hora de aprovechar las oportunidades de vivir.
Es decir: si te gusta algo de verdad, no dejes de hacerlo porque encuentres al principio del camino algunos impedimentos. Experimenta, proba, investiga, equivocate y aprende y aprovecha el momento en el que algo bueno puede pasarte..
Eso sí, sabelo, aprovechar el momento no significa ser oportunista. Y probar más, no significa probarlo todo. Hay gente que opina que hay que probarlo todo aunque sea una vez. Que para saber hay que probar. Eso no es en absoluto cierto, más bien es totalmente falso. ¿Para qué voy a probar la droga? Si ya se que la droga mata. ¿Para que voy a probar el encuentro con un tiburón hambriento de cinco metros? Si todos sabemos más o menos cuál puede ser el desenlace.
No hay que probarlo todo. Probarlo todo no es aprovechar el momento y los que lo prueban no suelen ser personas que saben vivir, sino personas sin criterio.
Aprovechar el momento es hacer de un momento normal un momento inolvidable.
Pero ¿Cuántas veces en la vida nos sentamos a esperar por algo que nos gusta, o que queremos que nos pase, como Penélope esperando a su amante? Penélope es un reflejo de lo que perdemos, de las cosas que no buscamos y esperamos que lleguen solas a nuestros pies, de lo que perdemos por el miedo a perder. Y no vale que los demás decidan por nosotros y después nos sentemos a llorar cuando las cosas no salen bien. A veces no se cumplen los sueños ni los cuentos de hadas tienen un final feliz. A veces, por esperar, nos perdemos de cosas maravillosas y solo vemos volver el reflejo de lo que deseábamos…como Penélope…
¿Sos de las personas que espera las oportunidades o de las que salen a buscarlas? ¿Te arriesgas o vas a lo seguro y tranquilo? ¿En que áreas de tu vida te cuesta tomar decisiones? ¿Es por miedo?
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