Otra crisis institucional
Pensamientos incorrectos
Por Rolando Hanglin
Una de las instituciones más castigadas por los tiempos modernos es el novio de la nena, auténtico pilar de la civilización occidental y cristiana.
Nosotros, los padres, sabemos muy bien lo que representaba aquel excelente muchacho. Cuando la nena cumplía los 13 años, su perfil comenzaba a inquietarnos.
La dulce muñeca, tan apegada a su papá, empieza a mostrar los signos de su sexo. Pechos que se insinúan, piernas que se redondean, el traste que se vuelve respingado, el pelo mil veces cepillado, ahora altivo y brillante. El carácter de la nena cambia súbitamente. Se torna protestona y despectiva. Contesta de mal modo a su madre, a la que considera una vieja insufrible, y con el tiempo llega a ponerse difícil con su propio padre, al que ve como a un pobre hombre.
Comienza entonces el período descripto como "la espera del novio". Las chicas piden salir a bailar. Quieren viajar a Bariloche para fin de Año, con el objeto de protagonizar su primera borrachera y tal vez su primer acto sexual. Conversan interminablemente, por teléfono, con sus amigas. Chatean. Envían emails y SMS. Y así van pasando los años del colegio. Después, el largo vacío que viene después del colegio que desemboca en... ¿La facultad, un empleo, un viaje o una serie de años sabáticos?
Tradicionalmente, para estas fechas llegaba el novio. Una bendición de Dios.
Al principio nos parecía un intruso. Un mocoso desubicado. Un flaco de voz ronca que fumaba, comía, molestaba. Nos resultaba sospechosa su presencia en casa los domingos por la tarde, su tendencia a infiltrarse en la sagrada habitación de la nena, donde todavía hay una Barbie, un osito color rosa y la foto de Chiquititas. Pero, con el tiempo, llegábamos a apreciarlo.
Es una gran cosa que la nena tenga novio. ¿Quiere bailar? Ya tiene con quien. ¿Va a un recital? Perfecto, el novio la lleva. ¿Anda sola y meditabunda? Ya vendrá, más tarde, el novio. Es la contención, el consuelo, la compañía. Mañana se irán de campamento a Bariloche, a Gesell, o a Brasil y estaremos tranquilos porque a la nena la cuida el novio. Es un muchacho responsable. En unos años, se casará con ella. Además, cuidando a ella se cuida a sí mismo.
¡Ah, tiempos dorados, aquellos de los "novios de antaño" que retrató María Elena Walsh!
Aquel personaje invasivo terminaba ganando un lugar en la familia y en nuestros corazones. Permitía el reencuentro de papá y mamá: ¡al fin solos! Los matrimonios de mediana edad volvían a salir juntos: una película, una comida con amigos, un fin de semana en Mar del Plata. ¿Y la nena? ¡Está con el novio! De esa manera se repartían las cargas, se aliviaban los conflictos y nacía una nueva familia burguesa.
Ya no hay novios. No aparecen por ninguna parte. Infinidad de muchachos eligen otro camino, el de la homosexualidad, y prefieren casarse entre sí. Otros gustan de las chicas pero sin compromisos. Todavía son "muy chicos" aunque tengan 38 años. Les encanta estar con la mamá y el papá, durmiendo hasta las 2 de la tarde, saqueando tranquilamente la heladera, en una casa donde les lavan y planchan la ropa. Están cómodos. No piensan dejar la casa de sus padres. Jamás. Pueden salir a bailar con una chica pero no quieren ataduras. La dejan plantada en la parada del colectivo, a las 5 de la mañana, porque sus padres (los padres de él, entiéndase bien) ya no enseñan las normas de conducta de un correcto caballero. Así que esa es la hora en que papá debe sacudirse la almohada y arrancar el auto para buscar a su hija... ¡La nena anda sola!
Ese es el problema. Las nenas andan solas, y no hay ser más triste y desolado que una chica sin novio.
Esta nueva realidad puede ser consecuencia de una nueva generación de varones asustados por el futuro, cómodos, haraganes, malcriados, espantados por chicas demasiado despiertas e independientes... o tal vez culpa del desempleo, la desorientación juvenil, la falta de horizontes, el feminismo, el derrumbe de los mercados, el corralito o el terrorismo islámico. No lo sabemos.
El hecho final es incontrastable: la institución "novio de la nena" ha colapsado, y ya considera que aquel simpático intruso de pies grandes es una especie extinguida.
Otras instituciones en crisis son el Banco Central, la división de poderes, el Parlamento, la Justicia, la Policía, la Iglesia Católica, la familia, el matrimonio y la educación laica y gratuita.
Otra crisis institucional
Por Rolando Hanglin
Especial para lanacion.com
Una de las instituciones más castigadas por los tiempos modernos es el novio de la nena, auténtico pilar de la civilización occidental y cristiana. Nosotros, los padres, sabemos muy bien lo que representaba aquel excelente muchacho. Cuando la nena cumplía los 13 años, su perfil comenzaba a inquietarnos.
La dulce muñeca, tan apegada a su papá, empieza a mostrar los signos de su sexo. Pechos que se insinúan, piernas que se redondean, el traste que se vuelve respingado, el pelo mil veces cepillado, ahora altivo y brillante. El carácter de la nena cambia súbitamente. Se torna protestona y despectiva. Contesta de mal modo a su madre, a la que considera una vieja insufrible, y con el tiempo llega a ponerse difícil con su propio padre, al que ve como a un pobre hombre.
Comienza entonces el período descripto como "la espera del novio". Las chicas piden salir a bailar. Quieren viajar a Bariloche para fin de Año, con el objeto de protagonizar su primera borrachera y tal vez su primer acto sexual. Conversan interminablemente, por teléfono, con sus amigas. Chatean. Envían emails y SMS. Y así van pasando los años del colegio. Después, el largo vacío que viene después del colegio que desemboca en... ¿La facultad, un empleo, un viaje o una serie de años sabáticos?
Tradicionalmente, para estas fechas llegaba el novio. Una bendición de Dios.
Al principio nos parecía un intruso. Un mocoso desubicado. Un flaco de voz ronca que fumaba, comía, molestaba. Nos resultaba sospechosa su presencia en casa los domingos por la tarde, su tendencia a infiltrarse en la sagrada habitación de la nena, donde todavía hay una Barbie, un osito color rosa y la foto de Chiquititas. Pero, con el tiempo, llegábamos a apreciarlo.
Es una gran cosa que la nena tenga novio. ¿Quiere bailar? Ya tiene con quien. ¿Va a un recital? Perfecto, el novio la lleva. ¿Anda sola y meditabunda? Ya vendrá, más tarde, el novio. Es la contención, el consuelo, la compañía. Mañana se irán de campamento a Bariloche, a Gesell, o a Brasil y estaremos tranquilos porque a la nena la cuida el novio. Es un muchacho responsable. En unos años, se casará con ella. Además, cuidando a ella se cuida a sí mismo.
¡Ah, tiempos dorados, aquellos de los "novios de antaño" que retrató María Elena Walsh!
Aquel personaje invasivo terminaba ganando un lugar en la familia y en nuestros corazones. Permitía el reencuentro de papá y mamá: ¡al fin solos! Los matrimonios de mediana edad volvían a salir juntos: una película, una comida con amigos, un fin de semana en Mar del Plata. ¿Y la nena? ¡Está con el novio! De esa manera se repartían las cargas, se aliviaban los conflictos y nacía una nueva familia burguesa.
Ya no hay novios. No aparecen por ninguna parte. Infinidad de muchachos eligen otro camino, el de la homosexualidad, y prefieren casarse entre sí. Otros gustan de las chicas pero sin compromisos. Todavía son "muy chicos" aunque tengan 38 años. Les encanta estar con la mamá y el papá, durmiendo hasta las 2 de la tarde, saqueando tranquilamente la heladera, en una casa donde les lavan y planchan la ropa. Están cómodos. No piensan dejar la casa de sus padres. Jamás. Pueden salir a bailar con una chica pero no quieren ataduras. La dejan plantada en la parada del colectivo, a las 5 de la mañana, porque sus padres (los padres de él, entiéndase bien) ya no enseñan las normas de conducta de un correcto caballero. Así que esa es la hora en que papá debe sacudirse la almohada y arrancar el auto para buscar a su hija... ¡La nena anda sola!
Ese es el problema. Las nenas andan solas, y no hay ser más triste y desolado que una chica sin novio.
Esta nueva realidad puede ser consecuencia de una nueva generación de varones asustados por el futuro, cómodos, haraganes, malcriados, espantados por chicas demasiado despiertas e independientes... o tal vez culpa del desempleo, la desorientación juvenil, la falta de horizontes, el feminismo, el derrumbe de los mercados, el corralito o el terrorismo islámico. No lo sabemos.
El hecho final es incontrastable: la institución "novio de la nena" ha colapsado, y ya considera que aquel simpático intruso de pies grandes es una especie extinguida.
Otras instituciones en crisis son el Banco Central, la división de poderes, el Parlamento, la Justicia, la Policía, la Iglesia Católica, la familia, el matrimonio y la educación laica y gratuita.
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